"Si me sintiera orgulloso de lo que hice sí aceptaría homenajes, pero alpinísticamente no aporté nada"

A cabo de llegar de la Subida a Angliru y me comentan a ver si escribo unas líneas; es la tercera vez que la hago, y cada ocasión nueva me resulta más sencilla.

El conocimiento de lo que te vas a encontrar influye en el control de las fuerzas a aplicar… negativamente. La primera vez fue con diferencia la más rápida. Sin embargo, ahora que lo conozco, que sé dónde están las zonas más duras, que controlo el área (nunca mejor dicho, en relación a Viapará) de posible “pájara”, los tiempos son peores.

Se ve que el cuerpo, ese elemento sabio y remolón en el que nos encontramos inmersos, economiza sin piedad, a pesar de que tu voluntad quiera hacerlo, siempre mejor que en la anterior ocasión. Los comentarios se refieren a la dureza extrema de la prueba, hablándose los días anteriores y también posteriores de las especiales necesidades fisiológicas, nutricionales, físicas e incluso somato-tipológicas para llevarla a cabo y no morir en el intento.

Como diríamos en mi tierra “tampoco ye pa tanto”. La dureza de los actos de la vida, entre los que se encuentran los deportivos, está en el interior de cada uno, existiendo una clara tendencia ocasionada por las facilidades de la sociedad en la que sobrevivimos, a exagerar dramáticamente los acontecimientos.

Después de las tres ediciones celebradas he llegado a la conclusión de que la mejor preparación para correr una prueba de estas características es la anarquía total en los entrenamientos, sin acciones específicas, regímenes de carga hidrocarbonatada o aumento del trabajo lumbar para contrarrestar la acción de subida, etc. Llegar fresco y con ganas de correr y pasar una mañana agradable en un marco incomparable son razones suficientes para conseguir tu mejor marca, lejos de presiones, puestos y absurdas responsabilidades frente a ti y sobre todo, frente a los demás.

 

Vete al Angliru y ¡corre!, así de simple. No te preocupes de la cueña, de los porcentajes, del sufrimiento, de las clasificaciones. Solamente preocúpate de correr y disfrutar; de esta forma conseguirás sin duda, tu mejor tiempo y posición, y sobre todo, lo más importante, volverás contento y con ganas de más marcha a tu casa. ¡Ah!, y no ce olvides de hacer lo mismo en otras facetas de la vida, pues la carrera es como la vida misma.

Jorge Egocheaga

Especialista en Medicina Deportiva

Octubre 2004

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